Suelo recurrir con frecuencia al refranero y el otro día me vino a la cabeza, hablando sobre desarrollo personal con una amiga, un refrán que dice así:
“Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”
En el momento de la conversación que manteníamos, me vino ni que al pelo para explicarte de forma clara el concepto de DESCONEXIÓN INTERNA.
Ambas coincidíamos en que, analizando el refrán, si eres un mono y te disfrazas para parecer un humano, serás un mono con un disfraz de persona.
Con lo que, si te “disfrazas” de alguien que no eres, siguiendo una moda autoimpuesta por unas pocas porque es lo que se lleva, hará que no sientas bien por dentro, reflejándolo así, por fuera.
La ropa, más allá de seguir modas absurdas creadas para unas pocas, es un vehículo de autoconocimiento y tu sello de identidad.
Tiene que ser un reflejo de tu autoestima y no una tapadera de todo aquello que nos han metido en la cabeza referido al concepto de belleza ideal.
NO existe el cuerpo ideal.
El tuyo es perfecto, pues existen tanto tipos de cuerpos como personas de este mundo. Eres diferente y eso te hace única.
Lo que lleves puesto te puede ayudar en tu proceso hacia la mejora interior, pues vestir ropa que te haga sentir cómoda, auténtica y única, influye considerablemente en cómo te ves.
Piensa como te hace sentir tu prenda favorita cuando te la pones y sales a la calle.
¿Sientes como tu energía corporal fluye de diferente forma? ¿más positiva, quizás? Tu postura corporal es ¿más erguida, segura? Y cada vez que desempeñas una tarea a lo largo de ese día, ¿la afrontas con buena actitud?
Por eso la ropa es una buena fórmula para conocerse, para saber lo que te gusta. Para mimarte.
Si tú no ves la grandeza que hay en ti, nadie más la verá.
Si tú no crees que brillas, nadie más te notará.
Si tú no te sientes satisfecho, nadie más lo hará por ti.
¿Ahora ves?
Todo empieza en ti.
(Texto de Camillo Villanueva)
Carmen